Mi Autobiografia

 Lucas Rinaldi 

Comisión número 05/ Santiago Castellano 

Autobiografía 

Individual 

Primera escritura 

 

Anoche, mientras volvía manejando de la facultad, comencé a pensar cómo podría ser la forma que encararía la autobiografía. Luego de casi una hora de viaje desde la facultad hasta la puerta de mi casa, dándole vueltas a la cabeza, llegue a la conclusión que utilizaría la técnica que utilizaba en los exámenes de la escuela cuando tenía dudas entre dos o más opciones: elegí la primera que se te haya venido a la cabeza. Puede que la técnica haya tenido más o menos efectividad, a decir verdad, no lo recuerdo y que sea bastante rudimentaria, pero es lo que voy a hacer. 

Y la primera idea que se me vino a la cabeza fue empezar por el principio. 

Nací el sábado 5 de octubre de 2002, día de peregrinación a Lujan, y me pusieron de nombre completo Lucas Matías Rinaldi Camino. Quizás para algunos sea un dato sin importancia que mi nacimiento haya coincidido con la peregrinación y hasta lo es así para mí, pero para alguien a quien sus padres le pusieron el nombre de un evangelio no lo es. 

 Lo del doble apellido tampoco estoy muy de acuerdo la verdad, no por nada en especial, simplemente no me gusta. Pero según la historia que me contaron mis padres, historia la cual no creo mucho, fue en el registro donde los obligaron a ponerme el doble apellido. En un principio la idea era ponerme de nombre Jesús, pero gracias a dios (nunca mejor dicho), esa idea fue en vano. 

Desde que nací vivo en Ramos Mejía y aunque me mudé una vez, siempre viví en el mismo barrio. De chico fui a un jardín del barrio, pero eso duro solo un año hasta que mis padres decidieron cambiarme a la Escuela Argentina del Oeste (E.A.O) cuando yo tenía unos cuatro años y creo que fue a partir de allí donde comenzó la formación de la persona en la que soy hoy. 

Antes de mandarme al mencionado colegio, mis padres barajaron múltiples opciones entre distintos colegios de la zona, como el Santísimo Redentor, el Ward o Vélez, hoy en día pienso que la última opción hubiese sido espectacular, mi apreciación por los deportes, en especial el futbol y el básquet y una buena formación desde pequeño hubiesen hecho que una de mis actividades favoritas se convierta quizás en mi rutina: practicar un deporte.  

La realidad es que al final no fue así y termine yendo al ya mencionado EAO, ubicado en el centro de Ramos Mejía. La verdad es que no me quejo, fue allí donde termine conociendo a mi grupo de amigos que se mantienen hasta hoy en día y la formación en términos educacionales fue buena, o eso creo. Guardo los mejores recuerdos de mi paso por el colegio (jardín, primaria y secundaria), tanto como viajes y múltiples anécdotas. 

Llegado el tercer año de la secundaria, tenía que tomar la decisión si me orientaba para Economía o Humanidades y tuve un gran dilema. Elegir entre lo que me convenia por la carrera que creía que iba a seguir en el futuro (Humanidades) y a donde iban gran parte de mis amigos (Economía). Después de pensármelo muy poco, tome la decisión más evidente para un chico de 15 años, ir a donde estaba mi grupo de amigos por más que me disguste la orientación. Con el diario del lunes puedo decir que no me equivoque, tengo los mejores recuerdos y anécdotas de mis últimos tres años de secundaria y por más que fue la orientación más exigente, puedo decir que no me arrepiento y que hasta ahora no es un problema que mi orientación tenga poco que ver con mi carrera actual. 

Llegado el último año, que en mi caso fue cursado virtualmente en su totalidad debido a la ya conocida pandemia, debía elegir que carrera iba a seguir. Cuando era chico, tenía decidido que iba a ser Veterinario, pero luego crecí y me di cuenta no podría soportar ver a seres tan nobles como los animales sufrir, así que esa opción quedo descartada.  

A partir de mis 15 años aproximadamente empecé a decir que quería ser Abogado, quizás en parte por mi constante obsesión que tenía en ese momento de buscar justicia, y en parte por idea de mis padres, dos personas que nunca pudieron tener una educación de nivel superior por distintas razones de la vida y creían que alguna de dos de las carreras más tradicionales era lo que debía seguir: Medicina o Abogacía. La primera opción estaba descartada por motivos similares a los mismos por los cuales descarte el ser Veterinario y la segunda era de mi gusto y podía llegar a sentarme a bien debido a mi personalidad. 

Recién para finales del año 2020, apareció en mi cabeza la idea de estudiar Comunicación, nunca fui ajeno a los medios de comunicación más tradicionales (radio y televisión) y a decir verdad desde chico me gustaba escuchar la radio y mirar los informativos de la tele, pero creo que fue gracias a la pandemia y a la inmensa cantidad de tiempo libre que tenía donde me decidí por esta carrera. Las razones no sé exactamente cuales fueron, pero sí sé que me gustaba la idea de estar relacionado al periodismo, en un principio al deportivo, pero mi parte más racional creía que podría ser algo más completo que solo hablar sobre deportes. 

Una vez seleccionado la carrera y luego de varias charlas con mis padres, que no estaban muy de acuerdo en mi cambio repentino de Abogacía a Comunicación, pero de todas formas me apoyaban, llegaba el momento de elegir la facultad y las opciones estaban claras: Universidad de Buenos Aires o Universidad de La Matanza. Digo estaban claras porque ya sabía el esfuerzo económico que suponía para mis padres pagar mi colegio privado y no quería volver a forzarlos a una situación parecida. 

Para la fecha de las inscripciones a la facultad, yo estaba más pensando en mis vacaciones que mirar cuando estas cerraban y así fue como se me paso la inscripción para la UNLAM, facultad que me convenia en términos de cercanía y contaba con buenas referencias de ella. Así que casi por descarte, pero no por disgusto, termine anotándome a la UBA y lo primero que me dijeron fue “Mira que en la UBA solo se recibe el que estudia”. Yo no tenía pensado aprobar de otra manera, pero creo que esta frase fue utilizada con el fin de imponerme cierto respeto acerca de la facultad que había decidido anotarme. 

Así fue como comencé a cursar el CBC virtual, lo cual, en mi opinión, facilito las cosas en algunos aspectos, pero así y todo fue un año difícil ya que venía del último año de colegio hacerlo virtual donde, para ser sincero, no hicimos nada. Por esta razón, tuve que volver a agarrar el ritmo del estudio, cuestión que fue solo de tiempo. 

Una vez terminado el CBC, tenía que elegir cuales iban a ser las primeras materias que iba a cursar. Luego de una recomendación de una conocida que cursa la misma carrera, decidí que una de las materias sea Taller de Expresión, ya conociendo el nombre di por hecho que se trataba de una materia de leer y escribir, dos actividades que realizaba normalmente en el colegio, pero que fuera de él, no mantenía esa práctica. 

Respecto a la lectura, desde la primaria, en la materia de prácticas del lenguaje, nos hacían leer un promedio de tres o cuatro libros por trimestre, entre ellos, los libros que más me marcaron fueron El Eternauta y 1984. Acerca de la escritura, era un procedimiento que era utilizado para no más que tomar apuntes, completar exámenes y algunos trabajos prácticos. La verdad es que creo que el colegio quedo en falta en cierto punto en este último aspecto. Pese a eso, en mi anteúltimo año, mi colegio les proponía a todos los alumnos realizar una monografía sobre ciertos temas ya armados. En esa ocasión, decidí realizar mi escrito acerca de la desnutrición infantil y considero que fue el trabajo más extenso y significativo que realice a partir de una escritura propia. 

Como ya comenté, en mi caso, la lectura y escritura, no fueron más que actividades asociadas a la escuela, nunca lo hice por gusto personal y no fue por falta de tiempo sino porque simplemente prefería realizar otro tipo de actividades en mi tiempo libre. Espero que Taller de Expresión se encargue de corregir mis errores a la hora de la escritura y me motive a leer más como un motivo personal. 

Llegado a este punto, creo que ya pasé por los dos o tres puntos que me parecían más importantes de la consigna y a partir de aquí podría tomarme la libertad de hablar de múltiples temas de mi interés como mi fanatismo recientemente descubierto por la NBA y las batallas de gallos o mi postura sobre múltiples asuntos, pero preferiría que mis opiniones personales vayan siendo descubiertas a través de como las proyecto en los trabajos a lo largo del año. 

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